miércoles, 8 de abril de 2015

ERES

Eres ese tema del que no quiero hablar. De esas historias que surgen en desvelos de vino tinto y música bohemia.

 Pensándolo bien, eres esa quimera que no pude descolgar de la azotea, la que intente prender de la luna pero ella no se dejó.

 Me dijo que no cree en utopías y que no podía acompañarme en mi locura.

Que ella no puede parir sin preñez y que ya tuvo un hijo una vez, el de la canción, el que mece cuando mengua. Por eso te acuno en la oscuridad de mi memoria, donde nadie sepa de ti, donde no duelas tanto, por lo menos no delante de los demás...

 Estas tan ajeno a lo que eres y dentro de tu ignorancia no estás tan lejos del peligro de que algún día yo te nombre cuando no haya ni canción desconocida para muchos, ni tinto que desate una llamada a deshoras.

 Eres como esa palabra que se pierde en las papilas gustativas. Un arranque de ansiedad que tuvo que apaciguarse.

 No sabes lo que cuesta guarecer los sentimientos. Quien habrá inventado está historia tan impar. Por qué no te pasó lo que a mi cuando aún era lozana, cuando aún creía, cuando aún se me dilataban las pupilas. Pero esas son preguntas trilladas, viejas y desesperanzadas.

 También son un aliciente de esas noches entre ninfas en que un líquido rojo desdibuja una sonrisa.